Los surfactantes son agentes químicos "activos en superficie"
(su nombre es un acrónimo inglés: "surfactant", de surface,
superficie; active,
activo, y -ant,
-ante); cuando los surfactantes se disuelven en agua se concentran en
interfases, como agua-aire o agua-aceite, y ahí ejercen diversas
funciones: humedecen, emulsifican, dispersan
y solubilizan;
favorecen o
impiden la formación de espuma; son antiestáticos y lubricantes;
también dan
brillo y afectan a ciertas propiedades reológicas.
Los surfactantes son generalmente
compuestos orgánicos anfifílicos
que en medios acuosos migran hacia las superficies acuosas para que
su componente hidrosoluble permanezca en la fase acuosa
y el
hidrófobo
quede fuera de esa fase. Este organización y agregación de las
moléculas de surfactante en las interfases agua-aire o agua-aceite
afecta a las propiedades de estas superficies.
La cabeza
del anfífilo es la parte hidrófila y define el tipo
de surfactante porque puede ser:
La cola de los surfactantes es la parte hidrófoba y puede ser:
En la actualidad se están desarrollando estructuras de surfactantes con dos grupos hidrófilos y dos lipófilos en la misma molécula; estas estructuras se conocen como surfactantes diméricos o "Gemini" y suponen la ventaja de tener mayor actividad a concentraciones más bajas que los surfactantes habituales no diméricos.
Por
sus propiedades, los surfactantes se encuentran en numerosos productos:
detergentes, pinturas,
adhesivos, cosméticos, ... y en torno a ellos
hay muchas ramificaciones industriales, pero no todos los surfactantes
son productos industriales. Hay surfactantes naturales como las saponinas
, que son
productos
vegetales;
la lecitina
, utilizada
en la industria alimentaria como emulsificante; o los ácidos biliares
y el surfactante
pulmonar que tienen importantes funciones
fisiológicas.
Los surfactantes reducen la tensión superficial del
agua, lo que permite que
ésta se pueda extender y humedecer distintos tipos de superficies, algo
muy útil en el proceso de
lavado. Para lavar añadimos surfactantes, jabones o
detergentes, porque el agua sola
no elimina la suciedad de las prendas. La parte
hidrófoba de las moléculas de jabón y detergente es atraída
por los componentes grasos de la suciedad de la prenda mientras que su
parte hidrófila interacciona con el agua; estas
fuerzas opuestas hacen que esa suciedad se desprenda de la ropa y pase
al medio acuoso quedando incorporada en el interior de
las micelas que forman
los componentes anfifílicos de los surfactantes. Se origina entonces
una emulsión
de grasa/aceite en agua y con el aclarado esa emulsión, con la suciedad
incorporada, se elimina. Resumiendo, los surfactantes limpian
al actuar
como emulsificantes
permitiendo que aceite y agua se mezclen para
eliminar los
componentes grasos de las manchas. Que el agua esté templada o
caliente
también ayuda a liberar más suciedad de las
prendas e igual ocurre con la agitación mecánica.
La eficacia del lavado requiere, por tanto, de un equilibrio entre la
energía química que proporcionan el
jabón o el detergente (más otros posibles componentes), la energía
térmica (temperatura del agua) y la energía
mecánica (movimiento de la lavadora o del lavado a mano).
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